Viajar en avión se ha vuelto hoy en día algo que está al alcance de todas las personas. Sin embargo, este medio de transporte no siempre es el más adecuado para cualquier pasajero. Hay casos en los que no se aconseja viajar en avión. Es algo que sucede con las personas que padecen de ciertas condiciones o patologías de salud. En este artículo explicaremos los mayores riesgos de salud que los pasajeros deben tener en cuenta antes de decidir subirse a un avión.
Viajar en avión supone cambios en la presión atmosférica y unos niveles de oxígeno más bajos de lo normal debido a la altura que alcanza el avión. Esto puede ser un riesgo para las personas que tienen dificultades respiratorias o cardíacas. Por este motivo, es de suma importancia consultar estas condiciones con un médico antes de un viaje en avión y cumplir con las indicaciones proporcionadas. Por lo general, si una persona presenta síntomas en reposo o después de un mínimo esfuerzo, no debe subirse a un avión por el riesgo de padecer complicaciones importantes durante el vuelo.
Las enfermedades cardíacas pueden resultar problemáticas para algunos viajeros. Volar puede suponer ciertos riesgos para aquellos que han sufrido un infarto o un accidente cerebrovascular recientemente. Tampoco es recomendable volar para quienes padecen de insuficiencia cardíaca ya que el corazón al no recibir suficiente flujo de sangre y oxígeno puede llegar a tener un infarto de miocardio. Otras patologías cardíacas como la angina de pecho o arritmia también pueden resultar peligrosas durante los vuelos.
Entre otras enfermedades que pueden impedir viajar en un avión se encuentran las enfermedades vasculares que suponen un riesgo importante por la falta de movilidad del pasajero debido a los tiempos prolongados de los vuelos en los cuales uno tiene que permanecer sentado. Esto, sobre todo en los viajes largos, puede provocar coágulos en las piernas y trombosis venosa. Además, las personas que sufren de hipertensión arterial o de problemas vasculares preexistentes pueden sufrir complicaciones graves durante los vuelos.
Otra patología que puede dar problemas en un vuelo es la anemia. Los pasajeros que padecen de esta enfermedad tienen una saturación de oxígeno en la sangre menor de lo habitual. En la cabina de un avión suele haber menos cantidad de oxígeno, lo que en este caso puede provocar complicaciones graves. Además, el aire en la cabina generalmente tiene poca humedad, lo que lleva a que los vasos sanguíneos se dilaten y requieran de más oxígeno. Esto conduce a la aceleración de la frecuencia cardíaca, que en algunos casos pueden terminar en un colapso del sistema respiratorio o de la circulación, o hasta en una parada cardíaca.
Por lo general, viajar en avión estando embarazada, si no existen contraindicaciones para ello y si el embarazo no es avanzado, no tiene que ser una situación de riesgo. Sin embargo, la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior indica que es recomendable realizar viajes cortos entre las semanas 28 y 34 del embarazo, y a partir de la semana 34 ya es mejor evitar volar para reducir posibles situaciones críticas.
Es importante señalar que un viaje en un avión supone estar en un espacio cerrado durante un largo tiempo lo que puede propiciar la propagación de gérmenes, bacterias y virus de todo tipo. Si tienes síntomas de una infección, como por ejemplo fiebre o tos, trata de no viajar en avión para evitar un peligro para la salud pública.
Existen muchas más enfermedades que requieren de especial atención a la hora de tomar un vuelo. Aparte de las ya mencionadas, los pasajeros deben de tener especial precaución si sufren de infecciones de oído o nariz, diabetes, epilepsia o de dificultades respiratorias como por ejemplo el asma. También es importante revisar las condiciones individuales y los factores de riesgo antes de viajar con algunas lesiones o después de una cirugía porque existe un riesgo de apertura de las heridas debido a la presión en la cabina de un avión. Cada pasajero es diferente, con lo cual, aparte de los consejos comúnmente disponibles, recomendamos siempre estudiar a fondo todas las contraindicaciones y los riesgos de salud de forma individual con un médico antes de viajar.